domingo, 13 de diciembre de 2009

mirar a los ojos

Hace cosa de un mes hice un curso en el que nos plantearon una dinámica muy sencilla: todos los que estabamos en aquella habitación teníamos que andar alrededor de ella y cuando nos encontrásemos con alguien de frente, le miraríamos a los ojos y le saludaríamos amablemente.

A pesar de lo sencillo e insignificante que parece este gesto, me di cuenta de que es bastante poco habitual en la mayoría de las personas. De hecho, unos días después quise confirmarlo y durante cinco minutos en los que Nuria se acercó a saludar a unas amigas me paré en medio de calle Larios e intenté mirar a los ojos a todo el que pasaba. Me pareció increible, pero ninguna de las personas que cruzaban la calle en dirección a la plaza de la Constitución me devolvió el gesto, (¡una mirada!) todas llevaban mucha prisa.

Si aprendiésemos a valorar eso, los pequeños gestos, estoy segura de que seríamos mejores personas. No hay nada como mirar a los ojos de otro con calma, penetrar hasta lo más profundo y sentirte en paz con todo.

Nuestro camino diario es un ir y venir incesante, no lo disfrutamos nunca, sólo nos fijamos en que tenemos que llegar y dejamos pasar los detalles que encontramos en él con la más absoluta desatención. Vamos con prisas por el trabajo, la familia, las obligaciones o, sencillamente, porque somos unos atolondrados y no caemos en pensar que un poco de paz y sosiego cada día serían un regalo del cielo.

Hace unos días que empecé a caer de nuevo en esta vorágine, en la locura mental que ensombrece los ratos de paz, por eso me he recordado a mí misma que es importante pararse todos los días un poco, mirar a los ojos y entender que la vida, las personas y nosotros mismos somos un regalo maravilloso.

lunes, 2 de febrero de 2009

hoy

El mundo se hace pequeño o grande dependiendo de las cosas que nos vayan pasando cada día que nos levantamos. Hay días alegres y tristes, para recordar o para olvidar, algunos que quisieras no haberte levantado y otros que desearías que no terminaran nunca.

El día de hoy ha sido para mí un regalo. Hoy ha empezado a materializarse un sueño que pasó por mi cabeza un día cualquiera mientras tomaba apuntes en la facultad. De eso han pasado ya diez años y por aquí seguimos, juntando letras, como diría mi amigo Javi.

Estoy segura de que dentro de muchos años, quizás otros diez, me acordaré de hoy. De cuando empecé mi aventura con Nuria trabajando con mi portátil desde casa mientras veía CNN+, escuchaba Onda Cero o me embelesaba con los valses de Strauss.

A veces el cansancio vence, sobre todo el mental. Echas las redes, pero no sabes si en algún momento se llenarán de peces para la cena. Sin embargo, hoy, que ha sido un día más en nuestro largo navegar, hemos creído en nosotras.

Las ganas que le ponemos son la mejor baza con la que contamos, de modo que nuestro esfuerzo y nuestra ilusión se ven recompensados todos los días unos minutos.

Gracias a todos los que, de algún modo u otro, nos tendéis la mano en este largo pero ilusionante camino. El pequeño gran hacer de hoy está dedicado a vosotros.

melodía

Voy a escribir la melodía de mi vida.
Voy a hacer que fluyan las palabras entre licores caribeños,
humo y colillas apagadas en ceniceros de colores.
Notas musicales que toman un camino tal vez equivocado.
Corcheas de ilusión retratadas con la inocencia
de un niño que está descubriendo el mundo.
Pentagramas desdibujados por el ruido plasmados en un papel
para formar parte de una canción sin nombre.

jueves, 22 de enero de 2009

reencuentros

A lo largo de nuestra vida hay mucha gente con la que tomamos contacto. Unos llegan y se quedan. Otros llegan y se van. Algunos se quedan menos de lo que tú querrías. A otros estás deseando perderlos de vista. Algunos de los que se van caen en el olvido. A otros los recuerdas con frecuencia. A muchos de estos les pierdes la pista sin saber ni cómo ni por qué, simplemente pasa, supongo, porque cada vez tenemos más responsabilidades y cosas en la cabeza y al final el círculo se cierra.

Pues bien, esta semana yo he reencontrado a gente que se me perdió en el camino, pero a los que he recordado durante todos estos años con muchísimo cariño. Muchas veces me he preguntado qué sería de sus vidas y de vez en cuando me llegaba algún detalle a través de otros amigos más cercanos.

Durante cuatro años ellos fueron mis compañeros de fatiguitas, las orejas que escuchaban mis agobios en los exámenes, los ojos que me miraban cuando contaba que había conocido a alguien especial la última noche que salimos de copas, los chicos y chicas con los que hice trabajos y prácticas de profesores locos, estudié en la biblioteca y comí las pizzas de la facultad.

Delia, Mari Carmen, Sonsoles, Francis, Evita, Salvi… me alegro de haberos “visto” y de haber “hablado” con vosotros. Me alegro de haberos reencontrado.

Espero cumplir dos deseos: no perderos de vista durante tanto tiempo y seguir reencontrando a viejos amigos.

Me he reído muchísimo.

Un beso.

lunes, 19 de enero de 2009

propósitos de año nuevo

Hace ya casi veinte días que empezó el año nuevo y aún no había escrito nada en mi blog. El comienzo de un año siempre está cargado de buenos propósitos: dejaré de fumar, iré al gimnasio, leeré más, buscaré más tiempo para mí, mantendré el blog actualizado… Al final, para no cumplir a rajatabla cada uno de estos propósitos buscamos una justificación lógica que solemos contarle a alguien escuchándonos a nosotros mismos para que no nos recuerde aquello que prometimos con tanta seguridad que haríamos después de las navidades.

Pues bien, yo sí he cumplido algunos de mis propósitos: tengo más tiempo para mí (por circunstancias de la vida), he dejado de fumar (hace casi tres meses y también por circunstancias de la vida) y he vuelto a reencontrarme con el placer de leerme un libro (Las nueve revelaciones) junto a la ventana de mi casa por la que entra el sol después de comer. El único propósito de año nuevo que aún no he cumplido es el de escribir más veces en mi blog. Y no es precisamente por que no se me ocurran cosas que contar o decir porque cuando por las noches cierro los ojos escribo en mi pensamiento mil y una historias que podría plasmar con letras en cualquier lugar. Afortunadamente para mí y para mi existencia ahora tengo mucho tiempo para pensar en esas cosas, en mis cosas.

Hay días en los que me entra el pánico por no tener “nada” que hacer en un futuro inmediato, sin embargo, cuando pienso en frío y razonadamente en ello me doy cuenta de que tengo la suerte de poder pararme a pensar en las cosas que me gustan, en lo que soy, en los lugares hacia los que voy, en donde quiero estar, a donde quiero llegar. Y eso es un pequeño privilegio que hay que aprovechar e invertir, por ejemplo, en los propósitos del año nuevo.